Dentro de mi trayectoria profesional he dedicado buena parte de mi tiempo a formar y preparar a diferentes perfiles de trabajadores para puestos de dirección.
En cada uno de los casos, y debido a las diferencias en su bagaje previo, los rasgos de personalidad e incluso nivel de formación previo al inicio de cada uno de los programas, con cada candidato y candidata he tenido que adoptar diferentes estrategias para ayudarle a avanzar hacia el objetivo a alcanzar.
En algún caso tenían unas grandes dotes sociales y debían fomentar la disciplina. En otras ocasiones teníamos que trabajar el concepto de coordinar equipos, ya que venían de gestionar cosas. En varias ocasiones me he encontrado con la frustración de aquellos que querían resultados inmediatos y había que aterrizar el concepto de etapas de la formación, incluso he visto confundir repetidamente el concepto de poder y autoridad.
Sin embargo, siempre existían variaciones, no había lecciones repetidas, cada persona es un individuo único y esto hacía enriquecedor el proceso, continuamente estaba aprendiendo con ellos.
Solo ha habido una lección que he ido repitiendo desde el primer día, en cada una de las formaciones y con cada uno de los futuros directivos, y que pese a ser muy sencilla, muchas veces se banaliza y pocas veces se le otorga el enorme poder que esconde.
Esta lección se basa en la correcta utilización de tres expresiones mágicas, deben utilizarse como digo correctamente para que tengan este efecto. Estas tres palabras son:
- Por favor
- Gracias
- Perdón
Confieren un gran valor a quien las utiliza de forma sincera, y la magia está en que cuando las utilizas correctamente la persona a la que van dirigidas lo puede percibir, por tu forma de expresarlo, por tu cara al decirlo, por el tono de voz que sale de tu boca, todo tu cuerpo lo estará proclamando.
Te animo a usar estas expresiones mágicas, su efecto no dejará de sorprenderte.